8 de febrero de 2010
Por Jame García, Instituto Copérnico (Argentina)
La semana pasada fue presentado, al Congreso de los Estados Unidos, el presupuesto para el año fiscal 2011 de la Administración Nacional de Aeronáutica y Espacial, comúnmente conocida por sus siglas en inglés: NASA. Cuando ese país y el mundo entero se encuentran atravesando una de las crisis más serias de la historia, el documento, en su redacción, intenta ser un reflejo de esa crisis apuntando a una etapa de austeridad y de cambio de orientación en los propósitos de esa Administración, ya con más de medio siglo de vida. Sin embargo, una profunda lectura de la situación nos puede llevar a otras reflexiones
Luego de la era de Mr. Bush, signada por la ampulosidad y la desmesura, muchos estadounidenses se inclinaron por elegir alguien que pudiese ofrecerles un cambio de aire, una orientación distinta, y no sólo en el aspecto económico, sino en el político, en general. Quizá por eso se inclinaron por Mr. Obama, una personalidad aparentemente opuesta a la de su antecesor.
La administración Bush se había caracterizado por tratar de reflotar algunos valores que tienen una respuesta ambigua en el exterior, pero que para muchos estadounidenses son ontológicos: el liderazgo mundial, la exportación de la libertad, etc. Todo esto dentro de un marco de ampulosidad, de soberbia y de despilfarro monstruosos.
De repente, apareció la realidad. Las guerras que no terminan, los procesos que requieren recursos infinitos y el gasto que no pasa de eso. Sobrevino la megacrisis, la confianza se hundió y aparecieron los fantasmas que nos asolan a todos: desocupación, miseria, hambre, falta de seguridad, etc.
Algo parecido ocurrió con la NASA. En realidad sólo parecido. Para cumplir el "sueño americano" era necesario pensar en un proyecto que no fuera la "simple" generación de nuevos conocimientos científicos y tecnológicos relacionados con el espacio y el Universo. Era necesaria ampulosidad. Había que hacer algo que pegara fuerte en el pueblo de los Estados Unidos y que significara liderazgo: ¡vamos a Marte!
Claro está que la Administración Bush no le preguntó a ningún comité asesor científico-tecnológico, sino que simplemente lo evaluó políticamente
Así, con el mismo presupuesto, hubo que replantear la orientación de los proyectos en marcha y más de uno de los científicos-tecnológicos cayeron en desgracia. Otros se salvaron milagrosamente, como el de la nave Dawn que va hacia Ceres y Vesta, en el Cinturón Principal de Asteroides, luego de acaloradas discusiones y de un redibujo de la justificación del proyecto
Sabemos que la flota de transbordadores estaba próxima a su retiro, principalmente luego de la tragedia del Columbia, hace siete años. Por eso la NASA debía pensar en un sustituto para acceder a la Estación Espacial Internacional, sin depender de Rusia. Juntando las ambiciones de Mr. Bush y las necesidades de transporte a la EEI, la NASA encontró el camino para justificar el mayor desatino que jamás haya encarado (el proyecto Constellation) y alejándose del valor más preciado que sí tiene la gran mayoría de los estadounidenses: la iniciativa privada.
Aclaremos estas afirmaciones. ¿Por qué decimos desatino? Viajar a la Luna, en una misión de largo aliento, o a Marte equivale a salir del escudo protector de la magnetosfera terrestre y estar expuesto, por largo tiempo, al clima espacial y a las más dañinas radiaciones que, para el ser humano, resultan en daños irreversibles. No es sólo un problema de desarrollar la propulsión más hábil sino pensar en una protección adecuada para los seres humanos Y en eso aún estamos en pañales. Además, los recursos necesarios para desarrollar la tecnología para esa clase de viajes supera en un factor insospechado el presupuesto de la NASA. Y eso lo sabían
En cuanto a la iniciativa privada, ya eran varios los proyectos que se avizoraban para hacerse cargo de colocar humanos en órbita, sin embargo, la NASA los había ignorado completamente.
Con el recambio en la Casa Blanca, obviamente, era necesario un cambio de orientación en la NASA. Ahí Mr. Obama decidió escoger a un veterano astronauta, de perfil bajo, pero con buenas relaciones en otros sectores y aparece Charles Bolden. Lo primero que hacen, Mr. Obama y Mr., Bolden es buscar asesoramiento sobre qué hacer con este paquete con el que se encontraron y así forman el Comité Augustine, encargado de valorar la viabilidad del proyecto y la situación presupuestaria de la NASA
Obviamente, el Comité indicó que por ese camino la situación era insostenible pues era necesario prácticamente duplicar el presupuesto de la NASA. Montados sobre esa recomendación, Mr. Obama y Mr. Bolden repiensan el presupuesto y hacen dos serias apuestas: dar mayor impacto presupuestario a la ciencia y tecnología y dar soporte a la iniciativa privada, que resultan las bases del presupuesto 2011 de la NASA.
Esa iniciativa se centra en varios aspectos: prolongar la existencia de la EEI, al menos hasta 2020, como pretendían los socios europeos y la propia Rusia, para desarrollar actividades de investigación en el laboratorio orbital; aumentar la porción de dinero dedicada a la investigación, especialmente en las ciencias de la Tierra y en la relación Sol-Tierra; incrementar la colaboración internacional entendiendo que la exploración espacial no es una aventura para un solo país; incentivar la iniciativa privada en el desarrollo de vehículos tripulados para colocar humanos en órbita, servir a la EEI y, quizá, ir más allá.
Los datos facilitados por la NASA reflejan que su presupuesto en 2011, que deberá ser aprobado por el Capitolio, ronda los 19.000 millones de dólares, el 1,5% mayor que el de 2010. La dotación incluye parte de los 6.000 millones de dólares que el gobierno estadounidense destinará al desarrollo de cohetes, naves y tecnologías durante los próximos cinco años por parte de la industria aeroespacial privada.
A los transbordadores les quedan sólo cinco viajes para completar la EEI y éstos finalizarán durante 2010. Según los expertos su retiro supondrá la perdida de unos 7.000 puestos de trabajo. Los responsables de la NASA confían en que la nueva iniciativa presupuestaria ayude a mitigar esta situación con la creación de nuevos empleos.
"Hoy lanzamos una iniciativa espacial valiente y ambiciosa que nos posibilitará explorar nuevos mundos, desarrollar nuevas tecnologías innovadoras, fomentar nuevas industrias, incrementar nuestro conocimiento sobre la Tierra, expandir nuestra presencia en el Sistema Solar e inspirar la próxima generación de exploradores", fueron las palabras conclusivas de Mr. Bolden.
Es evidente que esta postura genera dos tipos de reacciones. La de mirada favorable que imagina una NASA con un nuevo rol, exclusivamente orientado a desarrollar nuevas áreas del conocimiento y dar soporte a la iniciativa privada, por un lado, La otra mirada, que comparten los estados de Florida, Texas, Wisconsin y hasta California, asustados por las pérdidas de empleos ocasionadas en la caída del Constellation (impulsores Ares y cápsula Orion) y del transbordador, sostiene que la NASA va camino a su inexorable desaparición, con la pérdida del liderazgo de los Estados Unidos en el espacio y la total dependencia de las "muy seguras" Soyuz de los rusos (en palabras del propio millonario Richard Garriott, turista espacial desarrollador de videojuegos, hijo de un astronauta retirado).
Obviamente estas opiniones tienen intereses (el dicho dice "cada uno habla de la feria según como le fue en ella"), y muchos de ellos terriblemente encontrados. Lo cierto es que si nos ponemos en el lugar de quien paga impuestos y hacemos una analogía con la vida empresarial, podemos analizar el tema desde el punto de vista del management. Supongamos que Ud. y yo somos los propietarios de una gran empresa y contratamos un gerente que nos pide algunos miles de millones para hacer el desarrollo de un producto del cual realmente nos hace ver su necesidad y oportunidad. Resulta que en la mitad del proyecto nos dice que lo abandona porque parece inviable si no ponemos mucho más dinero. Sin embargo, para continuar, sin ese producto nos dice que igual necesita más dinero Ud. lector, ¿qué piensa? Pues, para quien escribe estas líneas, el gerente ya estaría de patitas en la calle
Sin embargo, creo que hay que darle una oportunidad a esta iniciativa, porque hay cosas que me suenan muy bien (obviamente mi opinión está sesgada): más dinero para la investigación En fin. Veremos qué dice finalmente el Capitolio.
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